Rafa está visitando un psicólogo amigo suyo para tratarse el trastorno obsesivo compulsivo que no le deja jugar a gusto. Al prepararse para recibir la pelota le domina un impulso irrefrenable con un ritual que le agota mentalmente: suelta la gomita del calzoncillo de la marca abanderado por delante y por detrás unas 67 veces, se levanta la camiseta de los dos hombros otras 60, se rasca la nariz y se frota las dos orejas 50 veces haciéndose cortes y heridas. 

En el hospital de deportistas de elite «Sanitas», le han diagnosticado TOC, que le hace replantearse seguir con el tenis: “Estoy harto de las gomas del slip. No gano para camisetas porque las agujero por la zona de los hombros. Me pica la nariz sin tener alergias, y las dos orejas me las han tenido que reconstruir en quirófano con carne de los glúteos. Dejo el tenis en lo más alto. No me quedan mofletes. ¡Estoy hasta la polla! ¡No puedo seguir así! ¡Qué os follen!” Ha dicho mientras se iba gritando de la pista de tenis del Roland Garros rompiendo las raquetas «¡¡¡KKKIIIIIIIAAAAA!!!» y se ha montado en un KIA y se ha largado al manicomio.