El último habitante de la España vaciada hace las maletas y se va a Madrid.
Manuel Jarque, el último vecino de la España vaciada, tras años de perdida de población, ha decidido cerrar el bar que regenta porque no entraba nadie. Incluso puso una terraza exterior con toldos protectores contra el viento y el sol por la pandemia, pero ni con esas. “Se han ido todos y me voy a quedar aquí solo como un idiota. No señor. Yo también me voy”. Ha dicho Manuel que asegura que el bar no era rentable sin clientes y ha aguantado estos años por nostalgia y porque había sido muy feliz en su pueblo cuando tenía vida. Pueblo que pone por las nubes sin poder contener las lágrimas “mi pueblo es el mejor pueblo del mundo”.
Después de mucho meditarlo con la almohada, su única compañera en la soledad de sus casas, Manuel ha hecho las maletas y se dirige a la capital de la libertad, Madrid. Tiene la ilusión de seguir creciendo como hostelero para prosperar como todo el mundo. “Muchas manifestaciones veo por la televisión quejándose de la España vaciada, pero aquí no vuelve ni Dios. Cabrones”. Ha esgrimido Manuel mientras se ajustaba la boina, visiblemente disgustado con los vecinos que se fueron y lo dejaron solo.
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