El barco se llama Shaddai (dios omnipotente). Dispone de diferentes espacios todos decorados con un estilo lujoso y digno de reyes. Una sala club marítima de 300 metros con una piscina con cascada y acuario en el centro. Una terraza en lo alto a 40 metros de altura para celebrar cenas o fiestas más privadas con otra piscina acristalada desde la que se admira un paisaje exquisito. En la popa dispone de un espacio de esparcimiento para tomar el sol y charlar animosamente de lo que crees que te esperará al final del viaje.

Gabrielle ha comentado “El barco está pensado para albergar cómodamente a unas veinte personas pues dispone de diez habitaciones, pero siendo como son la gente de África que están acostumbrados a estar muy pegados en los poblados, pueden caber 2000 bien apretaditos.»

Gabrielle Peruzzi tiene 27 años y ha querido con este barco contribuir solidariamente para que los viajes de estas pobres gentes sean más agradables. En cuanto esté construido cederá el barco pero no sabe por cuanto tiempo. En cuanto le lluevan ofertas de algún Jeque Árabe, lo venderá y tendrán que volver a viajar en las pateras. Gabrielle ha confesado que le da mucha pena no poder regalárselo a esta gente que lo está pasando muy mal, pero que vale mucha pasta y hay que pagar las facturas, es la ley del mercado. «A los que lo disfruten, que les quiten lo bailado» Ha dicho.