Una mujer lleva dos años intentando aparcar su coche en el espacio que había dejado un camión longo.
La mujer está empeñada en meterlo en el sitio que dejó un vehículo longo y no cejará hasta que lo consiga. Ella insiste, e insiste, pero no todavía no controla las distancias que le enseñaron en la academia para poder aparcar. Su familia la echa de mucho de menos y tienen muchas ganas de verla. Ya son dos navidades sin contar con su agradable compañía. Los demás conductores la animan y le dan muestras de apoyo y ella se emociona mucho: “¡Mujer tenías que ser!” “¿Te han dado el carnet en una feria?” “¡Quieres que baje y lo aparque yo, guapa!”. Ella lo toma todo como un cumplido porque siempre ve el lado positivo de la vida y da las gracias con la mano por las muestras de cariño que genera su aparcamiento.
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