Risto Mejide se encontraba dando una conferencia cuyo tema principal era “No tengo ni puta idea de lo que estoy hablando” algo en lo que él se considera un experto, y en un momento de la ponencia, se quedó mirando al vacío como absorto, como si le hubiera venido una luz divina del más allá media. Se atuso las gafas y dijo “¿Por qué a veces soy un gilipollas engreído con no sé cuantos master’s en gilipolleces? ¡Joder! ¡La vida es una gilipollez tras otra! ¡No tiene sentido!” Y se echó a reír con una sonrisa cínica que nadie vio. Valoró mucho tener tanto talento oculto que lo diferencia de los demás, aunque a veces pueda dar la impresión de ser un poco estúpido. Y continuó «En ocasiones sólo estoy fingiendo porque como te remuneran tan bien por ello…» Se le vio muy emocionado por aprender algo nuevo de sí mismo, y se lanzó a dar unos consejos muy prácticos a todos aquellos que están por ahí interesándose por la vida.

 «1 No busques trabajo, espera a que el trabajo te encuentre a ti.

2 Si te miras al espejo y no dices nada, es que no tienes nada que decirte.

3 Busca tu diferencia, por ejemplo, que todo el mundo caga en el water, pues tú hazlo en mitad de la calle un sábado por la tarde cuando esté petado de gente y dale mucha importancia. Grábalo. Crea contenidos. No te contengas.

4 Sé un puto coñazo y hazte imprescindible con tus rarezas. Que la gente te quiera y te odie a partes iguales.

5 Sé creativo e irresistible desde tus talentos. ¡Búscalos copón! ¿A qué coño esperas? ¡Tira! ¡Despierta!  ¡Aunque sea tu puta polla!»

El público agradeció tanta sinceridad y se puso manos a las pollas; las chicas no.